miércoles, julio 02, 2008

Servir con garbo

Garbo, una palabra que siempre me ha gustado. La oí muchas veces de labios de mi madre. La Real Académia de la Lengua lo define como gallardía, gentileza, buen aire y disposición de cuerpo. Servir es otra palabra que parece que hoy no pueda casar con el garbo. Y sí puede. Se puede servir con garbo, con alegría, con ilusión. Se puede mantener como actitud de vida el servicio. Me atrevo a decir que no sólo se puede, sino que se debe. Muchas veces servimos a la fuerza, con desgana, sintiéndonos víctimas, con el pensamiento de que sólo nosotros hacemos las cosas y los demás no hacen nada, no ayudan nada. El servicio con garbo es atrayente, da que pensar, anima a servir del mismo modo. Nada tiene que ver con el servilismo, servicio mal entendido. El servilismo del que se adhiere ciegamente a la autoridad de alguien no es servicio. El servicio es pensar en los demás, hacerles felices, facilitarles las cosas: las acciones que brotan del verdadero amor no son nunca aprisionadoras. Pero no nos elevemos. Servir con una sonrisa es mejor que servir sin ella. Puestos a servir, sirvamos con garbo.